viernes, 18 de agosto de 2023

¿Puede ser la fe en Dios algo útil?


Imagina que Jacob, un devoto creyente, recibe un mensaje de Ezra que dice que Dios quiere que Jacob haga algo misterioso. Debe llevar a su hijo más joven, Moshe, a la cima del Empire State Building y sacrificarlo.

Completamente decepcionado, pero al mismo tiempo reacio a creer que el mensaje sea real, Jacob lleva al descuidado Moshe al Empire State Building por si acaso, pero en el último momento, la mano de Jacob se detiene cuando aparece de repente un sacrificio alternativo, y así, no tiene que sacrificar a su amado Moshe. Jacob se sintió aliviado.

Mientras tanto, Moshe no comprendía cómo Jacob podía creer en semejante absurdo. No había manera de que el mensaje de Ezra proviniera de Dios y, si realmente hubiera un Dios, ciertamente no le pediría a Jacob que hiciera algo horrible, ¿verdad?

Para el filósofo estadounidense William James, la cuestión de la creencia en Dios es una de las preguntas más importantes que jamás enfrentaremos. Muchas personas son creyentes, muchas no lo son, por lo que dependiendo de con quién hables, la fe puede ser vista como "Por supuesto que existe" o como "¿Qué idiota creería semejante absurdo?"

Cuando se insiste en las justificaciones de sus creencias, tanto el creyente como el no creyente presentarán argumentos igualmente persuasivos.

Para James, el valor de la fe reside en cómo se invierte, y no en ser real en un sentido objetivo, sino en el beneficio que esta fe puede proporcionar.

La racionalidad y la evidencia empírica no nos ayudan a elegir nuestras creencias, ya que, como dijo una vez un filósofo, no se puede comprobar a Dios con un palo. Por lo tanto, James considera que está bien creer en algo, incluso si carece de rigor científico. En otras palabras, nuestra naturaleza emocional juega un papel importante en ciertas creencias, como la creencia en Dios. Así que no se trata simplemente de una cuestión lógica o práctica, sino que está relacionada con la voluntad y la elección consciente.

Por ejemplo, es posible que podamos disfrutar la idea de que existan las hadas, pero no hay riesgos asociados con ello, como bien describe James, esa sería una "hipótesis muerta". Sin embargo, cuando se trata de la creencia en Dios o en la no existencia de Dios, la elección que tomemos es de suma importancia, ya que afecta nuestra vida de muchas maneras.

En una época en la que se santifica la lógica y el método científico, es fácil descartar todo aquello que no se base en evidencia y racionalidad. No obstante, para James, nuestra voluntad de creer es una elección legítima que no debe ser ignorada ni subestimada.

Entonces, querido lector, la pregunta pragmática es: ¿Estás mejor creyendo en Dios o no? La respuesta, para James, radica en cómo esa creencia influye en tu vida, en cómo te proporciona significado, propósito y consuelo emocional. En última instancia, la decisión es tuya y merece una consideración seria y reflexiva.

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