miércoles, 16 de agosto de 2023

De enseñarle a hablar a una piedra

Ilustración del encuentro de Frobisher con los inuit, posiblemente en 'Bloody Point', por John White. c. 1577. (Junta de la Biblioteca Británica)

En su obra "Enseñarle a hablar a una piedra" (Errata Naturae Editores, 2019), Annie Dillard desvela una historia triste pero conmovedora que pone de manifiesto los resultados de aventurarse sin la debida preparación. La autora relata una expedición británica al Ártico que partió en 1845 con el objetivo de trazar el Pasaje del Noroeste, recorriendo el Ártico canadiense hasta llegar al Océano Pacífico. Sin embargo, ninguno de los dos barcos ni los 138 hombres a bordo lograron regresar.

El capitán Sir John Franklin se preparó para la travesía como si estuviera planeando un placentero crucero en lugar de un agotador y desafiante viaje a través de uno de los entornos más hostiles de la Tierra. Cargaron una biblioteca de 1,200 volúmenes, un órgano portátil, delicadas vajillas de porcelana tanto para la tripulación como para los oficiales, copas de vino tallado y cubiertos de plata de diseño exquisito. Con el tiempo, algunas de estas piezas de vajilla se encontrarían junto a los cuerpos congelados y canibalizados de la tripulación.

La tragedia estaba sellada cuando los barcos entraron en aguas gélidas y quedaron atrapados en el hielo. Inicialmente, el hielo cubrió las cubiertas, los mástiles y las cuerdas. Luego, el agua se congeló alrededor de los timones, sellando irremediablemente los barcos en el ahora congelado océano.

A pesar de que los marineros intentaron buscar ayuda, pronto cedieron ante las duras condiciones del clima ártico y perecieron debido a la exposición a los vientos crudos y las temperaturas bajo cero. Durante casi dos décadas, se descubrieron restos de la expedición esparcidos por el desolado paisaje helado.

La tripulación no se preparó adecuadamente para el frío extremo ni para la posibilidad de quedar atrapada en el hielo. En un viaje que se anticipaba de dos a tres años, solo llevaron consigo sus uniformes militares y el capitán trajo apenas suficiente carbón para alimentar las máquinas de vapor auxiliares durante 12 días. Finalmente, se halló el cuerpo congelado de un oficial a millas de distancia del barco, vestido con su uniforme de tela azul delicada adornado con ribetes de seda, un abrigo azul y un pañuelo de seda. Ropa noble y elegante, pero completamente insuficiente para la adversidad.

Los historiadores podrán cuestionar la sabiduría detrás de un viaje tan pobremente preparado. Sin embargo, lo verdaderamente relevante para nosotros es la siguiente pregunta: "¿Estamos igualmente preparados para la prolongada travesía que hemos emprendido, esa travesía que llamamos 'vida'? ¿Hemos anticipado todo lo que probablemente encontraremos en el camino?"

Tanto en lo físico como en lo mental, ¿estamos listos para enfrentar cualquier eventualidad? ¿Mantenemos nuestra condición mediante el estudio y la actividad diaria? ¿Nuestros cuerpos y mentes estarán dispuestos para afrontar los desafíos que se presenten?

En el plano emocional y espiritual, ¿estamos realmente preparados? ¿Cultivamos virtudes como el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la bondad, la amabilidad, la lealtad y el autocontrol? ¿Estamos emocional y espiritualmente listos para abrazar un futuro desconocido?

Embarcarnos en una travesía sin la adecuada preparación puede llevarnos a resultados desastrosos. Pero la buena noticia es que todavía tenemos la oportunidad de prepararnos para nuestro propio viaje. En gran medida, el éxito de nuestra travesía dependerá de nuestra preparación constante y sistemática.

¿Estás preparado?

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